jueves, septiembre 29, 2005

Ante todo, ARTE

A veces me pregunto por qué tardo tanto tiempo en leerme ciertos libros o a ciertos autores. A saber. Es lo que me ha pasado recientemente con Mario Vargas Llosa y con Camilio José Cela. Dos autores hispanoamericanos de renombre internacional que hasta este año no me he atrevido a leer. ¿Por qué? No estoy seguro.

Por un lado tal vez sea las críticas que uno y otro han levantado a lo largo de toda su carrera. Críticas centradas que a veces no están centradas precisamente en aspectos literarios (como es el caso de estos dos autores) sino más bien en aspectos políticos (el caso del peruano) o personales (el gallego).

Y es que hay autores que caen simpáticos y autores que no (probablemente no sólo autores, sino cualquier tipo de artistas o incluso personas). Hay autores que son levantados por la cresta de una ola (o de una moda), como García Márquez o Benedetti en algún momento por ser más "rojos" y autores que por neoliberales (azules o capitalistas) son constantemente demonizados y tachados de listas.

Efectivamente un autor es su obra y su persona, pero a veces conviene no confundirse, pues primero está la obra, y luego la persona. Diciéndolo de otro modo, en la famosa discusión sobre el arte comprometido yo me atrevería a decir que "el arte comprometido primero debe de ser ARTE" (así, con mayúsculas). Después (continuaría) está la personalidad y el compromiso... que si llegan bienvenido sean y si no, al menos nos queda la obra de un excelente artista (en lugar de una mediocre obra de una excelente persona).

Así, después de leer "La fiesta del Chivo" (Mario Vargas Llosa) y "La familia de Pascual Duarte" (Camilo José Cela) he quedado gratamente satisfecho y altamente arrepentido de no haberme asomado a estos autores antes. Dos libros magistralmente escritos y dos autores en los que merece la pena profundizar. De Cela me tendré que conformar que leerle, a Vargas Llosa trataré de escucharle con mayor atención a partir de ahora, aunque no me caiga simpático.

Ante todo, ARTE

jueves, septiembre 08, 2005

El debate Lectura vs Literatura

Acabo de encadenar dos libros americanos (gringos, para entendernos) que me han hecho revivir un debate que desde hace un tiempo llevo teniendo conmigo mismo (y con la gente que sufre mis conversaciones). Es un debate con dos preguntas bien sencillas.

¿Cuál es la finalidad última de la lectura? y ¿Qué es a fin de cuentas la literatura?

Dejadme que os ponga los dos títulos sobre la mesa para alimentar este histórico debate. A un lado "El médico" (1986), best seller de Noah Gordon. Al otro, "Moon Palace" (1989), de Paul Auster, el mismo autor que gracias a "The book of ilusions" motivó el nacimiento de estos "Mosaicos de papel".

El primero vende millones de libros con cada uno de sus títulos. Son libros extensos (900 páginas en la edicion de bolsillo de "El médico"), producidos con una asombrosa regularidad, como el mecanismo de un reloj. Un pasatiempo inmejorable, de fácil lectura, con el que uno se mete de lleno en un mundo diferente, aunque en la mayor parte del tiempo uno no pueda quitarse de encima la sensación de que está viviendo un extraño sueño, ambientado en otra época, pero en la que en el fondo el personaje sigue siendo uno mismo, el propio lector, fácilmente identificado con el héroe protagonista. ¿Literatura barata? Probablemente, aunque no cualquiera tiene la capacidad de escribir tan prolíficamente. Barata no, pero quizás simplemente lectura sencilla, entretenimiento, pasatiempo, sin ninguna pretensión más allá que la provocar evasión en el lector.

El segundo también vende bien, aunque en unos órdenes de magnitud inferiores. Sus libros son relativamente breves (entre 200 y 300 páginas) y también están centrados en seguir la vida de un personaje, prácticamente desde que nace hasta que muere. Al menos es el caso de "Mr Vértigo", "The book of illusions" y "Moon Palace". Pero en sus historias uno se transporta a otra persona diferente, con una psicología completamente diferente a la nuestra. No es viajar a otro contexto (la Edad Media o el Lejano Oriente), ni aprender sobre una extraña profesión en un extraño lugar de un extraño tiempo, sino introducirse en una corriente vital alternativa y sembrar de dudas la cabeza del lector, que continúa procesando mucho tiempo después de haber terminado la lectura. En este caso se trata de literatura, o de lectura profunda, comprometida, interpeladora, aunque sea a través de una historia, sin la pretesión de adoctrinamiento filosófico-existencialista de Kundera.

Personalmente me siento más enriquecido por el segundo tipo de libro, aunque no niego que de cuando en cuando evadirse es necesario, y mejor hacerlo a través de un best seller (ojo, no cualquira) que a través de la televisión (especialmente en esto días). Tal vez por eso las dos preguntas siguen quedando en el aire.

¿Cuál es la finalidad última de la lectura? Probablemente dependa del lector... para algunos es entretenimiento, para otros aprendizaje, para otros enriquecimiento.

¿Qué es a fin de cuentas la literatura? Ahí sí que no me atrevo... dejémoslo en manos de los expertos.